Los grupos de Whatsapp se han vuelto invasivos, demandantes e inútiles
Me cansé de los grupos de Whatsapp. No soy antisocial, simplemente, creo que los grupos de Whatsapp, supuestamente creados con fines profesionales o académicos, se han convertido en espacios invasivos, demandantes e inútiles.
Por lo regular, los grupos empiezan bien: la información fluye, la gente responde y se cumple el objetivo. De pronto, algún entusiasta empieza a enviar saludos antes de las 6:00 am o un chistosito comienza a mandar videos o memes de temas subidos de tono o de mal gusto, y no falta el workaholic que hace encargos el domingo por la noche y cree que todos deben responderle al instante.
Observo que esto ocurre una y otra vez y noto que esta desnaturalización de los grupos se debe a un error de concepto: creer que Whatsapp es una red social, pero no lo es.
La definición académica de red social digital, acuñada por los autores Danah Boyd y Nicolle Ellisson en la Revista 'Comunicación mediada por ordenador' (Boyd, D. et al., 2007), establece tres características sine qua non para poder hablar de una red social:
Construye un perfil público o semipúblico dentro de un sistema limitado de reglas;
Articula una lista de usuarios con quienes se puede establecer conexiones;
Visibiliza las conexiones propias y de terceros.
Claramente, Whatsapp no cumple con todas estas especificaciones. Así no hay razón para usarla como si fuera el timeline de Facebook. Sin embargo, si alguien no aporta a un grupo o si abandona un grupo, los miembros restantes lo toman tan a personal que lo someten a escarnio público o quedan largamente resentidos.
Lo curioso es que eso no significa que los que se quedan estén contentos. Tal vez, sencillamente, siguen ahí porque tienen pena de quedar mal abandonando el grupo o, porque, de plano, silenciaron al grupo por un año. Entonces, en lugar de enfadarse conmigo, le invito a tomar en cuenta estas recomendaciones de convivencia en Whatsapp:
