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4 claves detrás de los memes del asalto al Capitolio



El asalto perpetrado en el Capitolio puso a los estudiosos de la comunicación digital frente a un fenómeno que, aparentemente, rompe con la linealidad con la que nos aproximábamos a los hechos. Se suponía que la lógica era que un hecho registrado en el mundo "real" pasara a ser caricaturizado a través de un meme. Pero desde el 6 de enero de 2021, todo cambió: se volvió difícil reconocer cuáles de las imágenes viralizadas eran del mundo "real" y cuáles creadas en el entorno digital. De hecho, las que más parecían originalmente concebidas como memes eran las reales. Entonces, ¿la realidad se convirtió en un meme o simplemente los memes demostraron ser un reflejo de la realidad?




En este contexto, en que no sabíamos si "estábamos frente a un golpe de estado o frente a la Expomanga", tal como citaban los tuiteros, bien vale traer a colación algunos conceptos básicos sobre los memes. El término meme fue acuñado por Richard Dawkins en su libro El gen egoísta (1976), quien lo definió como la unidad mínima de información cultural transmisible de una mente a otra, así como de una generación a otra.



La palabra meme abrevia los conceptos de “memoria” y “mímesis” y busca establecer un paralelismo conceptual y fonético con la palabra gene (gen en inglés). Así como la unidad mínima de información genética son los genes, la unidad mínima de información cultural son los memes. La gran diferencia está en que los genes son unidades independientes entre sí, mientras los memes son construcciones colectivas.


  1. Fecundidad, porque son ideas especialmente efectivas, oportunas y adaptadas de manera pertinente al momento.

  2. Longevidad, pues persisten durante largos períodos (veamos hasta cuándo seguimos compartiendo memes sobre el asalto al Capitolio).

  3. Fidelidad, ya que cumplen una estructura original y la mantienen con adaptaciones menores.


En este contexto, quisiera compartirles algunos de los puntos claves del libro Communicating with memes de Grant Kien del que escribí una reseña recientemente. Es un texto interdisciplinario que explora las implicaciones a nivel de contenido, medios y audiencias, pero no limitado a los memes como un producto cultural y comunicativo por sí mismo, sino como un sistema, al que autor llama la comunicación memética.



De ahí que la metodología propuesta por Kien se denomina memeografía y consiste en documentar y comprender las experiencias, ideas y procesos humanos para dotarlos de sentido en una maquinaria de medios y formas de vida. Su objetivo es ampliar la comprensión de las formas en que los memes construyen categorías sociales. Lamentablemente, su alcance se limita a un enfoque occidental con un énfasis en lo estadounidense.


El libro parte de la evolución de la comunicación memética estableciendo relaciones con los hitos en el desarrollo de medios electrónicos; luego profundiza en la distribución viral como un elemento crucial en un entorno de redes sociales. Sigue explorando la teoría de las las motivaciones, usos y gratificaciones de los prosumidores para, a partir de allí, identificar la naturaleza de las comunidades virtuales.


Esta obra evita ser una apología de la comunicación memética. Al contrario, se plantean varias preocupaciones a los efectos de la comunicación memética tales como el aislamiento, el tecnopánico, el acoso y la información engañosa. Aunque, buena parte del libro plantea un escenario desolador, el autor cierra invitando a una “(R) evolución ética” que invita a buscar liderazgos dentro de las comunidades teniendo como competencia clave la recodificación de símbolos.


Todo lenguaje es memético. Sin embargo, no toda comunicación lo es. Alguna comunicación es un simple intercambio de información, sin autorreplicación ni evolución. Sin embargo, algunas comunicaciones meméticas, por naturaleza, se autorreplican y evolucionan, pasando de un entorno de medios a otros, dando la apariencia de una distribución orgánica.

Cuatro claves para comprender la comunicación memética


  • Autopoiesis: Capacidad de constante evolución y cambio. Los memes se reproducen y se mantienen a sí mismos con base en una plantilla, que es de autoría colectiva. Parte de una idea, se va enriqueciendo con los aportes y adoptando formas distintas conectadas con el concepto original.



  • Reasingación de sentido, tiempos y contextos: La resemiotización es convertir algunos pensamientos, fenómenos o comportamientos en un entorno de interpretación de símbolos; la retemporalización es fijar pensamientos, fenómenos o comportamientos en ciertas configuraciones de tiempo/espacio y la recontextualización es ligar un pensamiento, fenómeno o comportamiento ligado a una situación, surgido del momento presente y de la actividad presente e importado a diferentes momentos y diferentes actividades.




  • Motivaciones para compartir: Al igual que un ecosistema cuidadosamente nutrido, cada elemento de la experiencia de las redes sociales de un individuo se retroalimenta a sí mismo para sostener lo que podría ser similar a una profecía prolongada autocumplida.


  • Urgencia: Está ligada a la excitación, tanto física como psicológica. La emoción da forma a la viralidad. En la retórica de los medios digitales, la exigencia memética no es impulsada mucho por la urgencia de las preocupaciones del mundo físico, sino que el proceso depende de la retroalimentación, entendida como el proceso de una rápida recepción, recodificación y redistribución.




La comunicación memética facilita la formación de comunidades sin ningún tipo de base comparado con colmenas, silos y cámaras de eco. Estas comunidades funcionan como refugios seguros para personas de ideas afines que se inclinan a mantener el statu quo en lugar de arriesgarse a la expulsión. Las comunidades en línea inevitablemente se vuelven ensimismadas en esta situación autorreferencial, sucumbiendo a una mentalidad de pensamiento grupal.


El conflicto, la discordia, el amor y la armonía (y mucho más) son parte de la montaña rusa emocional de la comunicación memética. Sin embargo, en lugar de unir a las personas a través de las diferencias, parece, en cambio, generar divisiones de manera que las comunidades se aíslan y distan mucho, incluso sospechan unas de otras.

Para Kien, este sistema de configuración impone una lógica de lo ópticamente correcto versus lo políticamente correcto, priorizando las representaciones estéticas sobre los beneficios, un ámbito en el que el poder de la voz es más importante que la precisión, y el valor del símbolo supera los hechos, haciendo del espectáculo la esencia de la realidad. Esta corriente sostiene que los prosumidores se enfocan en hacer espectáculos, centrándose en las apariencias, en lo que se expresa de ellos, más que en su esencia.



Sin embargo, esta visión situacionista, en que el espectáculo se convierte en realidad fue desafiada por los últimos acontecimientos porque la realidad superó la ficción y demostró que no siempre el espectáculo se vuelve realidad, sino que la realidad se está convirtiendo en el auténtico espectáculo.



Descargue aquí la reseña original publicada en ABC Journal (inlgés)


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